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Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lloraron mucho por él. Saulo también trataba de destruir al grupo, entraba en las casas donde se reunían, sacaba tanto a hombres como a mujeres y los metía en la cárcel. Sin embargo, todos los que huían iban anunciado el mensaje de las buenas noticias de salvación por dondequiera que iban.

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